Detectar un cáncer de mama durante el embarazo es algo poco común, pero puede ocurrir y es cada vez más frecuente. Afecta, según American Cancer Society, a uno de cada tres mil embarazos, y es más frecuente en mujeres de más de 35 años. Esto se debe a que, según avanza en edad, la mujer tiene más probabilidades de padecer cáncer de pecho, y porque está bastante probado que los embarazos tempranos protegen frente a este tipo de tumores.
Por el momento de la vida de la mujer en la que se producen, este tipo de cáncer tiene algunas peculiaridades, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento.
Diagnóstico tardío y más difícil
Durante el embarazo, en las mamas de las mujeres se producen muchos cambios: las mamas se vuelven más densas, aumentan de tamaño y aparecen protuberancias. Esto puede provocar que los tumores pasen más desapercibidos para la mujer en esta etapa y es habitual que, cuando se note un bulto, el tumor sea más grande, esté más avanzado y pueda tener peor pronóstico. Por eso es importante recordar que, aunque se esté embarazada, el cáncer de mama es posible, y se debe invitar a las mujeres a que se hagan exploraciones mamarias regularmente y acudan al médico a la mínima sospecha.
Una vez existe la sospecha, el diagnóstico también puede complicarse durante el embarazo. Y es que, aunque se considera que las mamografías son seguras si se toman las precauciones oportunidad -como proteger la zona del útero con una placa de plomo-, algunos profesionales son reacios a hacerlas a no se que haya una fuerte sospecha de que puede ser cáncer, sobre todo en el primer trimestre de embarazo.
Otras opciones de diagnóstico son:
- Ecografías de mama. Se consideran seguras durante el embarazo.
- Resonancia magnética. Son seguras, pero siempre y cuando no se realice con contraste, ya que este puede traspasar la placenta. En estudios realizados con animales se ha asociado el contacto con el este contraste con anomalías en los fetos
- Biopsias. Al tratarse de un procedimiento local, sí son seguras durante el embarazo. En caso de que sean quirúrgicas sí requerirán de anestesia general, y aunque suelen ser seguras en el embarazo, será preferente, siempre que se pueda, hacerlas mediante una aguja.
- En caso de que sea necesario hacer más pruebas, sobre todo si se ha encontrado cáncer y hay que determinar el estadio, la resonancia magnética sí puede realizarse sin contraste, pero otras pruebas como las tomografías por emisión de positrones (PET), las gammagrafías óseas y las tomografías computarizadas (CT) expongan el feto a la radiación deben valorarse con cuidado, pues sí pueden exponer al feto a radiación.
Menos opciones de tratamiento
El abordaje terapéutico del cáncer de mama gestacional es el mismo que en el resto de tumores de pecho, pero siempre deberán atenderse de manera especial, pues hay tratamientos de deberán posponerse para después del parto. En general, las opciones son:
- Cirugía. La mastectomía es una opción segura durante el embarazo. En el embarazo es más habitual que se lleve a cabo lo que se conoce como una mastectomía radical modificada, es decir, que se extrae la mama entera, la mayoría o todos los ganglios linfáticos debajo del brazo y el recubrimiento de los músculos del pecho. Esto se debe a varios motivos. Primero, porque suelen detectarse cuando están más avanzados y es más probable que los ganglios estén afectados, y en segundo lugar, porque las cirugías conservadoras, en las que solo se extrae el tumor y tejidos circundantes, requieren de radioterapia, que no puede llevarse a cabo durante el embarazo dado el riesgo que supone para el bebe. Solo en caso de que el cáncer se diagnostique en estadios muy tempranos y el embarazo esté muy avanzado puede recurrirse a la cirugía conservadora e iniciar la radioterapia después del parto. Tampoco se recomienda la reconstrucción mamaria inmediata.
- Radioterapia. Como adelantábamos, la radioterapia, especialmente durante el primer trimestre del embarazo, no se recomienda, pues tienen un efecto teratógeno, y puede provocar malformaciones.
- Hormonoterapia con moduladores selectivos de los receptores de estrógenos, como tamoxifeno o el raloxifeno tampoco está indicada. De ser necesaria, se debe posponer hasta después del parto.
- Quimioterapia. La quimioterapia no es una opción durante el primer trimestre de gestación, pues es altamente teratogénica y el riesgo de aborto es muy elevado. En caso de que se diagnostique un cáncer de mama en este trimestre, se deberá valorar muy buen la necesidad de iniciar este tratamiento inmediatamente o esperar al segundo trimestre, cuando la quimioterapia sí se considera segura para el bebé. Aun así, pueden darse casos de anemia, bajo peso, leucopenia… Por este motivo, esta situación necesitará de un estricto control y seguimiento en unidades de obstetricia especializadas en embarazos de riesgo.
Dado que existen varias opciones terapéuticas, rara vez se recomendará la interrupción del embarazo, sobre todo si se diagnostica después del primer trimestre. En todo caso, la decisión final siempre será de la madre. Además, dada la peculiaridad de la situación, como apuntan desde el Grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama, cada caso deberá ser evaluado cuidadosamente, pues “el tratamiento del cáncer de mama gestacional requiere una importante individualización y una especial consideración de las necesidades de la madre y los riesgos para el feto durante todas las etapas. Para ello resulta indispensable la atención de un equipo multidisciplinar de especialistas y un control obstétrico muy estricto con el fin de evaluar el desarrollo del feto y programar el momento más adecuado para finalizar la gestación”.
La buena noticia, es que, según lo que se sabe hasta ahora, el cáncer de mama en sí no supone un riesgo para el feto.
Fuente: https://www.20minutos.es/