La herencia genética, como en muchas otras enfermedades, influye en la posibilidad de desarrollar un cáncer de mama. En los últimos años, diversas investigaciones han identificado decenas de genes que aumentan el riesgo de padecer un tumor en las mamas, pero con pocos pacientes y resultados imprecisos que era necesario afinar. Por eso un ensayo internacional, del que ha formado parte el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), ha analizado 34 de estos genes ADN y ha concluido que nueve de ellos sí que pueden estar asociados a la enfermedad mientras que otra quincena, que venían usándose en los test de predicción, no son indicativos de mayor riesgo, por lo que no deberían ser tenidos en cuenta en la prevención.
Según el CNIO, se trata de la investigación más ambiciosa realizada hasta la fecha para esclarecer el papel de la herencia genética en el cáncer de mama, uno de los más frecuentes, dado que se estima que una de cada ocho mujeres lo desarrollará a lo largo de su vida.
En el estudio han participado 250 investigadores de decenas de instituciones, de más de 25 países. En España, además del CNIO han participado otras siete instituciones y el trabajo se ha publicado en la revista ‘New England Journal of Medicine’ (NEJM).
Los antecedentes
Los genes de mayor riesgo cuando están mutados, BRCA1 y BRCA2, se identificaron ya a mediados de los años noventa. Tener mutaciones en estos genes confiere un riesgo acumulado de desarrollar cáncer de mama en torno al 70% a los 80 años, así como un riesgo del 40% y el 20% para cáncer de ovario. Este potente efecto ha sido el que ha permitido identificar estos genes en familias con una alta incidencia de cáncer.
Pero los genes BRCA explican solo una parte pequeña de los casos. En la gran mayoría intervienen otros que confieren un riesgo menor y pueden interactuar entre sí o con otros factores genéticos y ambientales, de manera que el riesgo puede verse modificado. Por eso, los investigadores han analizado 34 genes sospechosos en muestras de ADN procedentes de 60.400 mujeres que han desarrollado cáncer de mama y otras 53.400 sanas.
Y los resultados muestran que nueve de estos genes sí pueden tener implicación en el cáncer de mama. Son los siguientes: ATM, BRCA1, BRCA2, CHEK2, PALB2, BARD1, RAD51C, RAD51D y TP53. Algunos de ellos ya eran sobradamente conocidos, pero para otros, como RAD51C, D y BARD1, la asociación no estaba tan bien establecida. Sin embargo, una quincena de los genes que venían usándose hasta ahora en algunos test “no son indicativos de un mayor riesgo”, por lo que no deberían ser tenidos en cuenta, según los investigadores.
Otros factores importantes
Ana Osorio, del Grupo de Genética Humana del CNIO, destaca que la investigación ahora publicada permite “mejorar el consejo genético a los pacientes y sus familiares” porque define los genes más útiles para su inclusión en los test de predicción de riesgo.
Si bien, los autores recuerdan que la probabilidad de desarrollar cáncer de mama no la determinan solo los genes. Otros factores como la edad, la historia hormonal y los factores ambientales, como la contaminación o el estilo de vida, también juegan un papel, que a su vez es modulado por la herencia genética.
De hecho, la directora de la Unidad de Genotipado Humano – CEGEN del CNIO, Anna González-Neira, apunta que “ya se está trabajando en modelos matemáticos que integran el conocimiento actual acerca de todos estos factores y su interacción, que permiten proporcionar una buena estimación del riesgo ajustado a cada mujer y por tanto individualizar su manejo clínico”.
El objetivo final es mejorar la prevención, con programas de cribado mucho más personalizados que los que existen en la actualidad.
Fuente: https://www.elperiodico.com/