Magalí Stawera siempre tuvo algo en claro: quería formar una familia, grande o chica pero quería tener hijos. Sin embargo, a sus 33 años, con una hija ya nacida y en un control médico le dieron el peor de los diagnósticos: tenía cáncer de mama.
“Me encontraron unas microcalcificaciones que eran malas y me diagnosticaron cáncer de mama. Hice rayos, me operaron y tuve la indicación de hacer rayos por tres años más. Cuando finalmente tuve el alta, seguí con controles y 4 años más tarde me aparecieron otras microcalcificaciones en la otra mama. Fue algo tremendo porque yo tenía muchas ganas de ser madre en ese momento. Fue un baldazo de agua fría”, comentó a este medio Magalí.
Con el diagnostico en mano, Magalí sabía que debía poner en pausa su deseo de ser madre nuevamente: “Lo primero que pensé fue que definitivamente no iba a poder ser mamá después, ya que mi primera hija tenía en ese momento seis años y cada vez sentía que se iba alejando más y más”.
Las cifras no acompañaban el deseo de Magalí, porque, si bien muchas mujeres pueden quedar embarazadas, puede ser difícil por el tratamiento oncológico realizado como la quimioterapia. Las estadísticas indican que estas pacientes tienen la menor tasa de embarazo, con una reducción del 67% de chances de tener un bebé si no preservan la fertilidad en comparación con la población general.
“En ese momento el tratamiento era distinto al de mi primer cáncer porque el tumor había cambiado. Tenía características diferentes y era un tratamiento más agresivo, entonces lo primero que pensé fue que tenía que encontrar ayuda para poder congelar mis óvulos o encontrar la manera de ser mamá. Pedí un turno en un centro de fertilidad y salí muy angustiada, el médico que me atendió me dijo que sea prudente y que espere a que termine mi tratamiento. No podía concebir esa idea y seguí buscando opiniones”, enfatizó Stawera.
Se acercaba agosto. Magalí sabía que empezaba su tratamiento luego de las vacaciones de invierno de su hija y que eso significaba que se venía un período difícil: “No me podía sacar la idea de la cabeza. Yo quería ser mamá de nuevo, así que volví a insistir en una clínica de fertilidad, esta vez en Halitus Instituto Médico. Una vez que me atendió una médica llamó a otros profesionales y entre todos me decían que ya estaba para arrancar el tratamiento. Yo no entendía nada de lo que estaba pasando, porque obvio había un costo económico y el médico a cargo fue muy claro ‘no importa eso en este momento, vos no te preocupes. Esto hay que hacerlo ahora’. En ese momento en el que estaba en la tristeza más profunda fue volver a conectar con la vida y tener la confirmación de que cuando todo esto terminara yo iba a volver a ser mamá”.
Tras la primera visita, los quince días que le siguieron Magalí los describe como volver a conectar con la vida: “Era el cumple de mi hija y yo me acuerdo estar en el baño inyectándome, todo una locura. Finalmente llegó el día en el que me sacaron 12 óvulos. Para mí tener los óvulos era algo seguro, yo no sabía que iba a pasar en un futuro y eso me llevaba un poco de tranquilidad y hasta me daba fuerzas para seguir”.
El procedimiento para congelar óvulos consiste en estimular los ovarios con hormonas para que se produzcan varios óvulos –la cantidad dependerá de la capacidad de respuesta del ovario-, luego se aspiran los folículos que contienen los óvulos y se congelan para su conservación.
“En el medio empecé mi tratamiento del cáncer, lo termine, todo salió muy bien y volvió el deseo de quedarme embarazada. Mis médicos del instituto eran partidarios de intentarlo naturalmente antes de comenzar con el tratamiento. Y cuando estaba a punto de ir a la clínica para empezar el tratamiento, le dije a mi marido que me iba a hacer un test por las dudas porque tenía dos días de atraso. Y dio positivo, estaba embarazada y no podía más de alegría”, comentó emocionada Magalí.
Y es que a pesar de tener esos dos días de atraso, la futura mamá pensaba que era su cabeza que le estaba jugando una mala pasada: “Fue una alegría enorme, no lo podíamos creer, fue realmente impactante y alentador. A pesar de no haber usado mis óvulos eso me ayudó a salir adelante, a saber que hay opciones para los que padecemos cáncer y queremos seguir agrandando la familia en medio de una tormenta”.
“Hay un montón de gente que está para ayudarte e informarte porque no se suele hablar mucho de maternidad y cáncer. Hay un montón de historias similares y para mí lo más importante era hacerles saber a todos los que me acompañaron en ese momento que estaba embarazada. Lo primero que hice fue llamar a la enfermera que me atendía en quimioterapia, lloramos de felicidad. Para mí es muy importante hacerles saber que cada vez que se crucen con una mujer que tenga ese deseo tenga una luz de esperanza porque sí se puede, hay que intentar todo y siempre buscar una segunda opción, no bajar los brazos”, enfatizó la mujer.
En plena pandemia, Magalí se convirtió en mamá por segunda vez de una bebé a la que llamo Jazmín: “No lo hubiéramos imaginado en este contexto, pero estamos muy felices. Hoy ella tiene seis meses y es hermosa. Estamos preparados para esto, uno no lo sabe pero siempre podemos”.
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