La importancia del autoexamen para detectar el cáncer más común en varones de 20 a 35 años

Augusto Garófalo tiene 27 años, estudia Ingeniería en Energía y vive en el barrio bonaerense de San Martín. En 2021, en plena pandemia, le diagnosticaron cáncer testicular. “En agosto de 2020 fui al urólogo porque sentía una molestia cada vez más grande en el testículo izquierdo. Sabía que tenía varicoceles moderada y microcalcificaciones. Sin palparme, me mandó a hacerme una ecografía y me dijo que el malestar era originado por las várices y que volviera a controlarme en un año. Pero a los ocho meses, en marzo de 2021, me seguía molestando y doliendo mucho. Entonces fui a otro urólogo. Ahí él me palpó, notó algo raro y me mandó a hacerme una ecografía, un espermograma y un análisis de sangre. En la ecografía salió que tenía un tumor y había que sacar el testículo. A la semana ya me había operado”, recordó.

“El cáncer testicular es un tumor maligno que se origina en alguno de los testículos y es el más frecuente entre adolescentes y chicos jóvenes. Por eso muchas veces se lo asocia con los deportistas. Afortunadamente es bastante raro, hablamos de uno en varios miles de chicos, y es altamente curable. Detectado a tiempo, se cura más del 95% de los casos”, explicó Juan Pablo Sade, médico oncólogo y jefe de la Unidad de Tumores Genitourinarios del Instituto Alexander Fleming, en el mes de la concientización contra esta enfermedad, que se celebra en abril en todo el mundo.

“Generalmente afecta a gente muy joven. Es el cáncer más frecuente en varones de 20 a 35 años”, confirmó el exdirector del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo y fundador del Instituto Nacional del Cáncer, Ricardo Kirchuk.

Y agregó: “Es muy raro encontrar casos metastásicos. En general son tumores absolutamente controlables, pero incluso en enfermedades avanzadas, con metástasis en otros órganos, se puede llegar a una curación completa. La tasa de supervivencia es muy alta. En el caso del tumor más frecuente, el porcentaje de curación está alrededor de 95% y en los menos habituales, un poco menos, cerca del 75%. La peleamos hasta el final incluso en casos avanzados”.

La lucha de Augusto

Después de la cirugía, la lucha de Augusto recién empezaba. Tras los estudios posoperatorios, descubrieron que tenía un ganglio comprometido, por lo que debía someterse a quimioterapia.

“Fueron tres ciclos de tres semanas cada uno. La primera semana tenía que ir de lunes a viernes durante cinco horas, en las que me daban medicación de forma intravenosa. La segunda y la tercera semanas iba dos veces para una aplicación intramuscular. En el segundo ciclo la pasé bastante mal, porque tuve algunos efectos secundarios que me angustiaron mucho. Estaba muy bajoneado, pero después las enfermeras del Roffo, que son como ángeles, me contaron que los nenes piensan que se están inyectando superpoderes y así traté de darle una connotación más positiva al proceso”, describió el joven, que mientras estudia trabaja en la Agencia de Protección Ambiental de la ciudad.

Cuando terminó la quimioterapia, los informes mostraban que el ganglio no se había achicado y algunos médicos le sugirieron operar nuevamente. “En medio de toda esa situación, me contagié Covid y me estresé mucho. Fue muy difícil que, después de haber atravesado la primera cirugía y la quimio, me dijeran tenía que volver a operarme. Quería decir basta, un poco de aire. Tuve más miedo que nunca”, dijo.

De acuerdo con Kirchuk, estos tumores se detectan en un 90% por autotesteo; por eso, sostuvo, es importantísimo concientizar a la población sobre que cualquiera que encuentre un nódulo al palparse tiene que concurrir a la consulta con el urólogo, quien lo va a examinar y confirmar si existe una dureza en alguno de los dos testículos, para avanzar con el diagnóstico y el correspondiente tratamiento.

“Puede haber dos tipos de tumores: seminoma y no seminoma. Ese diagnóstico lo hace un patólogo. Luego de saber eso y ver hasta dónde llega la enfermedad, se hace lo que se llama estadificación, es decir, marcar un pronóstico. Normalmente requiere una tomografía para determinar si hay ganglios comprometidos en intestino o en abdomen que marcarían metástasis. En general se realiza una cirugía, por la ingle, porque los medicamentos no llegan bien al testículo. Si el tumor es seminoma, uno puede hacer la cirugía y nada más; o si es muy voluminoso se puede agregar radioterapia. Si es no seminoma, generalmente agregamos quimioterapia. Hay que preparar a los pacientes para tratamientos agresivos, pero es importante ser muy optimistas”, explicó Kirchuk.

Finalmente, Augusto optó por no operarse dado que pidió a los médicos que volvieran a revisar el tamaño del ganglio y resultó que sí se había achicado. “Fui mi propio guardavidas. Desde un principio no esperé un año para controlarme y, gracias al consejo de mi hermana Paula, insistí mucho para que revisaran las imágenes. Hoy estoy con controles estrictos, pero tengo una vida plena y aprendí un montón de cosas”, contó.

“Me tocó estar sentado con gente que ya sabía que se iba a morir y eso me hizo valorar más las cosas simples, como disfrutar de estar con mi familia, darme una ducha y tener una cama. Aprendí a escuchar mis emociones, a hacer cosas que me hacen bien y a vivir momento a momento. Entendí que no hay que hacerse tanto rollo, hay que amar más y aferrarse a la vida con uñas y dientes”, relató.

El cáncer de testículo no está tan difundido y es importante que se sepa que se puede agarrar a tiempo y curar. Hay que pedirles a los médicos que nos enseñen a palparnos para hacerlo una vez por mes y derribar muchos tabúes que existen sobre esto”, finalizó Augusto, quien ya volvió a vivir solo a su departamento, luego de la estadía en la casa familiar durante el tratamiento.

Campaña famosa

Hace algunos años hubo una famosa campaña publicitaria en la que el exjugador de fútbol colombiano Carlos Valderrama recordaba un partido en el que un adversario le tocó los testículos. “Si hubiera sentido dolor, tendría que haber consultado al médico. Por eso, querido amigo, quería darte las gracias por haberme tocado los huevos en tres simples pasos, como deberíamos hacer todos para prevenir el cáncer testicular”, decía “El Pibe” en el comercial.

“La campaña es ingeniosa, pero no es médicamente correcta porque no hay forma de prevenir el cáncer de testículo”, explicó Sade.

“El principal factor de riesgo para su desarrollo es la criptorquidia, que sucede cuando los testículos no bajan a la bolsa. Eso aumenta enormemente el riesgo. También hay un factor de riesgo familiar, es decir, si alguien en la familia tuvo la enfermedad. Y por último, síndromes de alteración genética como el síndrome de Down también son un factor de riesgo”, dijo el especialista.

“El mensaje que hay que transmitir a chicos y padres es que cuando haya dolor, pesadez, cambio de coloración o molestia de cualquier tipo, hay que consultar con un profesional y tratarse en servicios que sean especialistas en oncología y que idealmente también sean instituciones de enseñanza como el Roffo, el Fleming y otros. Esto es fundamental, porque los chicos que se atienden en lugares de alto volumen de casos tienen la mitad de riesgo de muerte”, concluyó Sade.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar

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