La inmunoterapia será parte de todos los tratamientos del cáncer

científico estadounidense James Allison

Entrevista al padre de la inmunoterapia, James P. Allison. Sus investigaciones han permitido el desarrollo de un nuevo tipo de fármacos que utilizan el sistema inmune para combatir la enfermedad.

¿Cómo vas a tratar el cáncer sin tratar en realidad el cáncer? Este es un «mantra» que James P. Allison, el creador de la primera inmunoterapia de alta eficacia contra el cáncer, ha tenido que oír durante muchos años. Primero como investigador en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center y ahora en el MD Anderson Cancer Center. El trabajo de Allison, de visita por primera vez en Madrid para recoger el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, ha permitido el desarrollo de un nuevo tipo de fármacos que utilizan el sistema inmune para combatir el cáncer y ha abierto una nueva era en el tratamiento de esta enfermedad.

—¿Es la inmunoterapia la solución final al cáncer?

—Para algunos tipos de cáncer sí: en el caso del melanoma hemos obtenido unas tasas de respuesta superior al 60% con los tratamientos combinados que se dirigen a los «check points» (puntos de control). Sin embargo, en otros tipos de cáncer la respuesta es del 15 o 30%, mientras que, por ejemplo, el cáncer de páncreas o el glioblastoma (tumor cerebral) son, hasta ahora, refractarios a la quimioterapia.

—¿Cómo se le ocurrió a idea de que la inmunoterapia podría curar el cáncer?

—La idea lleva más de 100 años dando vueltas. Ya en 1906 Paul Ehrlich la sugirió, pero hasta la década de los 60 del siglo XX no fue tomada serio. Seguía siendo una curiosidad de laboratorio en ratones hasta finales dos 60 cuando se demostró, en muestras de melanoma humanas, la existencia de antígenos cuya diana eran los linfocitos T. Desde entonces ha habido un gran esfuerzo para lograr una inmunización peptídica y ha habido cientos de ensayos clínicos, pero los resultados fueron frustrantes. En aquel momento no comprendíamos que hacían falta otras señales y todavía seguimos sin saber la mejor forma de lograr una respuesta inmunológica más completa. Algunos descubrimientos, como el factor de crecimiento de las células T, fueron abriendo camino, pero no era lo ideal, debido a su toxicidad. Y muchos investigadores abandonaron la investigación en este campo muy desaminados.

Pero yo desde siempre he estado fascinado por los linfocitos T y quería saber cómo funcionaban. Sabíamos que era mucho más complejo de lo que en principio habíamos pensado, no basta con activar el receptor del antígeno. Nuestro trabajo demostró que había otras señales moleculares implicadas, la señal coestimuladora. Es como el sistema de ignición del coche; CD28 es el pedal de aceleración, pero también hay un freno. Además, hay células memoria que están siempre y, cuando ven algo anómalo, responden. Así identificamos CTLA4, una molécula que se une a la misma estructura de CD28 y se pensó que era otro factor de coestimulación, pero nosotros vimos que no era así. Más bien todo lo contrario, era un inhibidor, un freno. Nuestro trabajo permitió ver que esta molécula frenaba la progresión de los tumores. Muchas personas nos preguntaban, ¿cómo vas a tratar el cáncer sin tratar el cáncer en realidad? Para ésta era la belleza del tema. En 2001 se hizo el primer ensayo en fase I para inhibir el bloqueo de CTLA4 en melanoma; y se demostró que, con el ipilinumab, tres de 14 pacientes tenían respuestas. La FDA (autoridades sanitarias de EE.UU.) lo aprobó en 2011, y en 2015 ya teníamos suficientes pacientes, 5.000, con 10 años de seguimiento. El 22% seguía vivo. Hasta esa fecha, la media de supervivencia en pacientes con melanoma metastásico era solo de 11 meses. Creo que se pueden considerar curados.

—En 2015 se presentó en el Congreso Americano del Cáncer (ASCO) la inmunoterapia como la solución para el cáncer. Pero este año no ha habido grandes resultados. ¿Hemos pasado a que la inmunoterapia lo cura todo a que no es la solución esperada?

—En 2015 se presentó que la combinación de ipilinumab y nivolumab se lograba una supervivencia en melanoma superior al 60%. Fue, desde luego, un gran cambio. Pero la inmunoterapia no lo cura todo. Funciona bien en melanoma, y también en otros tumores como cáncer de vejiga, riñón, linfoma de Hodgkin, aunque con tasas de respuesta promedio de 15%, no muy altas, pero duraderas. Pero en melanoma nos ha mostrado lo que es posible. Y tenemos que aspirar a ello.

—¿Cuáles son los pilares en la lucha del cáncer?

—Hasta ahora había tres: quimioterapia, radioterapia y cirugía. La inmunoterapia se suma y constituye el cuarto pilar. En el futuro, la inmunoterapia será parte de todos los regímenes de tratamiento, junto a la radio y la quimio. Y habrá que hacerlo precozmente. Ese es lo que estamos haciendo ahora.

Tomado de: https://www.abc.es

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