Iris Alicia Bermejo trabaja en la universidad de Viena desarrollando lo que podría ser una vacuna terapéutica contra muchos tipos de cáncer.
La investigadora española comenzó su investigación en la Universidad de La Rioja, donde se licenció en Químicas y luego realizó el Máster.
“Unos meses después de terminarlo me incorporé al grupo de Química Biológica para realizar mi tesis doctoral, gracias a una ayuda de la Asociación Española contra el cáncer en La Rioja”, explica Bermejo en una entrevista con Business Insider España.
Después de la tesis, estuvo trabajando unos meses para una empresa privada, pero pudo volver a investigar en la Universidad de La Rioja hasta que, en 2020, salió la oportunidad de Universidad de Viens gracias a una de las prestigiosas becas Marie Curie.
“Trabajo en un proyecto de administración dirigida de fármacos a un tipo de proteínas receptoras del sistema inmune llamadas lectinas”, explica Bermejo.
Básicamente, la investigadora se encarga de los procesos iniciales de investigación de diseño de fármacos, y ahora mismo podría tener entre manos una revolución para las terapias contra el cáncer.
La vacuna terapéutica de Bermejo que evitaría los agresivos efectos secundarios
La vacuna no previene la enfermedad del cáncer, advierte la investigadora. “Se trata de una vacuna terapéutica“, explica. “Es decir, actúa como un fármaco que estimula al sistema inmune, de ahí la denominación de vacuna”.
“En concreto, nuestro fármaco consiste en una pequeña glicoproteína, denominada MUC1, que se ha visto que presenta una estructura diferente en células sanas y cancerosas, es decir, que existe en el cuerpo humano, pero el sistema inmune no es capaz de reconocerla cuando se presenta en tumores”, explica.
El equipo de Bermejo modifica esa proteína químicamente para que el sistema inmune la reconozca como un agente extraño y se active.
La vacuna ha pasado los primeros ensayos en animales y los resultados son muy esperanzadores. “De momento la hemos probado en ratones y hemos visto que se producen más anticuerpos con el fármaco modificado que con el que está presente en el organismo, además, los anticuerpos que se producen gracias a nuestra vacuna son capaces de reconocer células cancerosas humanas”, señala.
El siguiente paso consistiría en realizar estudios farmacológicos y comprobar su viabilidad económica, explica la investigadora.
De funcionar, la vacuna se enmarcaría dentro de las inmunoterapias que están cobrando tanta fuerza en la lucha contra el cáncer. Una de las principales ventajas de esta estrategia es que reduce al mínimo los agresivos efectos secundarios que provocan otras alternativas como la quimioterapia o la radioterapia.
“Nuestra vacuna se engloba dentro del tratamiento denominado como inmunoterapia, es decir, que consiste en estimular el sistema inmunitario para que luche contra el cáncer. Este tipo de tratamiento nace para evitar los conocidos efectos secundarios de las terapias que se emplean actualmente, como la quimioterapia y la radioterapia, ya que la inmunoterapia centra su acción solo en las células cancerosas”, resume Bermejo.
La vacuna de la investigadora nada a contracorriente de la tendencia a apostar por la medicina personalizada
La heterogeneidad de la enfermedad del cáncer ha empujado a muchas startups e investigaciones a apostar por la medicina personalizada.
“Dentro de la palabra ‘cáncer’, que se refiere a la división celular descontrolada, se engloban diversas patologías con tratamientos y síntomas diferentes. Es decir, que “los diversos tipos de cáncer no se comportan igual, ni el mismo tipo de cáncer en distintos pacientes se comporta igual”, reconoce Bermejo.
“Por este motivo, la terapia personalizada se está estudiando en el caso de esta enfermedad y otras“, explica.
Sin embargo, la investigadora señala que se trata de un tratamiento “carísimo” y subraya las ventajas y el potencial de su estrategia.
“El tipo de proteínas que estudiamos en nuestro grupo de investigación están presentes en el 90% de cánceres y se relaciona con algunos tipos como, por ejemplo, cáncer de mama, ovario, colon, páncreas y pulmón, que son unos de los tipos más comunes, lo cual hace de nuestra vacuna no un tratamiento general, pero sí cubriría gran parte”, concluye.
La idea es que otro grupo de trabajo recoja la investigación y siga adelante con ella
El equipo de Bermejo trabaja en la ciencia básica del diseño de fármacos y recuerda que no son médicos, sino químicos.
“Trabajamos en busca de un bien común junto con otros grupos, nosotros ya hemos propuesto una idea, que unas glicoproteínas modificadas químicamente funcionan mejor que las que existen en el organismo a la hora de provocar una respuesta inmune, la hemos probado y demostrado que funciona”.
Para la investigadora, su trabajo termina allí, señala, dando un poco de luz a la dinámica de trabajo en equipo en la que se apoyan siempre las investigaciones científicas.
“El siguiente paso consistiría en que otro grupo más experimentado en ensayos clínicos pueda seguir con este proyecto en el futuro”, explica.
“Nosotros no podemos continuar con esta investigación dado que no es nuestro campo y no tenemos los medios, además de la inversión que se necesitaría para retomar el proyecto”, concluye.
Hasta ahora, la investigadora había recibido financiación de la Asociación Española contra el cáncer en La Rioja, “además de los proyectos que el MINECO ha concedido a mi grupo de investigación”, señala.
Bermejo no se plantea seguir con el proyecto desde una spin-off y prefiere dejarlo en manos de otros para que siga adelante.
“De momento yo no me planteo la creación de una spin-off, ya que considero que no tengo los conocimientos y la experiencia suficientes, además necesitaría encontrar inversores que financiaran el proyecto y profesionales capaces de llevar a cabo los ensayos clínicos”, reflexiona.
Bermejo señala que el rápido desarrollo de vacunas contra el COVID-19 debería hacer reflexionar sobre los recursos que destinamos a otras enfermedades
La pandemia de coronavirus ha obligado a dirigir la atención científica y los recursos a la producción de vacunas contra el coronavirus.
“El hecho que de que se hayan desarrollado, no ya una, sino varias vacunas contra esta enfermedad en un tiempo récord, lo cual representa en sí un evento histórico, debería hacernos reflexionar sobre como uniendo esfuerzos se puede avanzar mucho más rápido en la búsqueda de tratamientos para otras enfermedades”, señala la investigadora.
Bermejo reflexiona sobre la situación de la investigación en España y señala que, si cuando decida volver no puede seguir trabajando en investigación pública, “me dedicaré a la ciencia en la empresa privada, ya que me gustaría seguir trabajando en I+D”.
“La investigación pública en España tiene varios problemas: el primero, bien sabido por todos, es la escasa financiación, y el segundo es la terrible inseguridad laboral, es decir, que los investigadores encadenamos contratos temporales durante años, la edad a la que un investigador consigue una plaza fija está en torno a los 45 años”, lamenta.
“La consecuencia de ambos es que los investigadores invierten parte de su tiempo en conseguir proyectos externos para autoemplearse, ya que muchas veces el grupo de investigación no puede garantizar volver a contratarte, dando lugar a una menor productividad”, señala.
Para intentar retener el talento científico, Bermejo asegura que “habría que replantearse el sistema desde la base”.
Más recursos dirigidos a la ciencia implicarán más posibilidades de descubrir alternativas terapéuticas a una enfermedad de la que se espera que el número de casos nuevos aumente en las dos próximas décadas hasta 29,5 millones al año en 2040.
Aunque Bermejo no cree que el cáncer pueda ser erradicado, asegura que el trabajo consiste en conseguir que se convierta en “una enfermedad crónica más”.
Fuente: https://www.businessinsider.es/