Las vacunas y otros tratamientos de inmunoterapia que podrían ser definitivos para curar el cáncer

El 5 de octubre del año pasado anunciaron a los ganadores del Premio Nobel de Química por el desarrollo de la “química clic” y la bioortogonal. Se trata de los estadounidenses Carolyn Bartozzi, Barry Sharpless y el danés Morten Meldal, quienes crearon el mecanismo de precisión conocido también como “lego”, al encajar moléculas que pueden beneficiar campos como la oncología.

Este descubrimiento permite la creación de medicamentos con la capacidad de adherirse a moléculas de las membranas de las células cancerígenas y poder destruirlas. Incluso, la oncología ya tiene la mira en este tipo de técnicas que se están investigando para ciertos cánceres.

“Esta técnica que ganó el Nobel se está planteando en tumores del sistema nervioso central y es hacia allá donde nos dirigimos, hacia una medicina de precisión”, explica Laura Isabel Varela Restrepo, especialista en hematología, oncología y medicina interna de la Clínica El Rosario El Tesoro.

Para este año los estudios científicos en el tratamiento del cáncer están enfocados en las vacunas de prevención, el desarrollo de vacunas terapéuticas —que son las que se suministran en pacientes ya con cáncer— y las terapias inmunológicas que cada vez más cogen fuerza alrededor del mundo. Ese es el futuro de los tratamientos del cáncer, que es una urgencia, ya que según la OMS es la segunda causa de muerte en América.

¿Vacunas para el cáncer?

La vacuna fue un descubrimiento científico realizado por el inglés Edward Jenner en el siglo XVIII para prevenir la viruela. Significó un hito para la ciencia porque este sistema entrena al sistema inmunológico para defenderse de ciertos patógenos.

Y aunque ellas no fueron inicialmente creadas para tratar o prevenir el cáncer, los estudios demostraron la relación entre ciertos virus y el cáncer para finalmente desarrollar estos biológicos de prevención y hasta ahora, existen dos de ellas.

Las de prevención

El médico Gabriel Rendón, ginecólogo oncólogo de la Clínica de las Américas explica que la utilidad de las vacunas para la prevención del cáncer solo existe si el patógeno que se busca controlar está implicado en el desarrollo del cáncer.

Es por eso que una de las dos vacunas existentes de prevención es la del virus del papiloma humano (VPH) que causa algunos tipos de cánceres como los del cuello uterino, vulva, vagina, pene y orofaringe (garganta).

Esta se implementó en el 2012 en Colombia para las niñas y la cobertura estaba por encima del 90%, convirtiéndose en un éxito en la región. Sin embargo, en el 2014 las coberturas estuvieron por debajo de un 10% debido a lo sucedido en el municipio de Carmen de Bolívar donde unas niñas vacunadas con VPH presentaron síntomas de síncope, dificultad para respirar y otros síntomas posiblemente asociados a la vacuna; sin embargo, mediante los estudios realizados se confirmó que esos casos no se relacionaban con el suministro de la vacuna.

Para 2022 la tasa de cobertura de dos dosis estuvo en 11,4%, según el médico Gabriel Rendón, y para el 2023 se espera que los adolescentes y jóvenes se apliquen este biológico y así prevenir —y eventualmente erradicar— los cánceres asociados al VPH.

Tener VPH no significa que ya tengas cáncer, sin embargo, este virus sí está relacionado a la enfermedad. Hasta la OMS tiene una estrategia a largo plazo para eliminar el cáncer de cérvix entre el 2085 y 2090 con apoyo de esta vacuna”, dice Rendón.

La segunda vacuna de prevención es la del virus hepatitis B que se aplica en el nacimiento y su utilidad es la de prevenir la infección por este virus que se demostró es una de las causas del cáncer de hígado.

“Si las personas no se infectan con este virus se previene este tipo de cáncer”, detalla Carlos Julio Montoya, doctor en Ciencias Biomédicas e Inmunología de la Universidad de Antioquia.

Los resultados surtieron efecto y con la creación de este biológico se redujo en un 70% el cáncer del hígado, según la hematóloga y oncóloga Laura Isabel Varela.

Aunque hasta la fecha estas son las únicas que existen para la prevención del cáncer, el médico Montoya indica que actualmente se desarrollan investigaciones para la creación de nuevas vacunas de prevención: “Hay en desarrollo para el virus de la hepatitis C, que también es una infección que puede dar cáncer de hígado, y para el virus de Epstein-Barr”. Este último está asociado con cánceres como el linfoma de Burkitt, el linfoma inmunoblástico, el carcinoma nasofaríngeo y el cáncer de estómago (gástrico).

“Hay cientos de vacunas en investigación y desarrollo que previenen otras enfermedades infecciosas asociadas al cáncer”, agrega Montoya.

Los científicos, según dicen especialistas, en los últimos 20 años han avanzado en descubrimientos que no se quedan solo en la prevención y esto ha dado frutos.

Existen otros métodos experimentales relacionados a la química bioortogonal que son las vacunas terapéuticas, es decir, biológicos que se suministran en pacientes que ya tienen un diagnóstico de cáncer y que con su aplicación esperan disminuir —y hasta desaparecer— las células cancerígenas. ¿En qué van los desarrollos de estas vacunas?

Una promesa cercana

El médico Carlos Julio Montoya confiesa que plantear hace dos décadas la producción de una vacuna que atacara las células cancerígenas “era una locura” ya que las células de cada órgano y de cada tumor son diferentes y además, por poner un ejemplo, un cáncer de hígado no se comporta de la misma manera en dos personas.

Esto sucede porque los tumores pueden expresar de manera diferente en cada cuerpo unas proteínas llamadas neoantígenos (que son marcadores de estas células cancerígenas para que puedan ser detectadas).

Si los neoantígenos son distintos en cada persona es difícil el planteamiento de una “vacuna universal” para el cáncer como pueden tenerla otras enfermedades o patógenos, en las que el virus expresa antígenos estables. Por lo anterior, algunas vacunas para el cáncer apuntan a los tratamientos personalizados.

“Si nosotros desarrolláramos antígenos nuevos, si pudiéramos tener un detalle de cómo es el material genético, de cómo es la superficie de una célula tumoral de cada persona, podríamos tratar específicamente a cada paciente de acuerdo a lo que cada uno va expresando y esa sería una terapia dirigida”, cuenta la médica Laura Isabel.

La búsqueda de lo específico

Los equipos científicos liderados por países del primer mundo que cuentan con alta tecnología en biología molecular como China, Alemania, Estados Unidos y Corea se dedican a la formulación de vacunas personalizadas.

“Lo que se busca es que cada paciente tenga su propia vacuna. La formulación empieza con una biopsia del tumor, y por técnicas de biología molecular se descubren los neoantígenos específicos para así diseñar anticuerpos artificiales (llamados anticuerpos monoclonales) que ayuden a identificar las células cancerígenas y medien la destrucción del tumor de la persona.

“Lo que se haría es entrenar al sistema inmune para que identifique y ataque el cáncer”, explica Montoya.

La creación de estas vacunas es compleja porque su producción difícilmente puede ser masiva (al tratarse de un método personalizado) y los costos son elevados —se estaría hablando de procedimientos que cuestan miles de dólares—.

Sin embargo, se han dado avances favorables y aunque los tratamientos aprobados (y no en fase de experimentación) son mínimos, ya existe uno aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.

Son procedimientos tan poco comunes que algunos médicos consultados incluso llegaron a decir que todavía no existen y que no están aprobados, no obstante, la médica Laura Isabel Varela Restrepo mencionó que la vacuna SpileucelT ayuda al tratamiento del cáncer de próstata metastásico refractario resistente a la castración.

Todavía el procedimiento no está disponible en Colombia pero se puede encontrar en Estados Unidos para pacientes con este tipo de cáncer específicamente.

¿Cómo funcionan?

Hasta ahora existen dos métodos más avanzados para desarrollar vacunas terapéuticas contra el cáncer. El primero es el de la vacuna de antígeno o de péptidos, que es aquella capaz de desencadenar una defensa inmunitaria directamente; lo que se busca es que con la aplicación del biológico el sistema inmunológico desarrolle un mecanismo llamado citotoxicidad, gracias a que se entrenen ciertas células (en este caso las células T CD8), para que puedan identificar y destruir las células cancerígenas y disminuir (y hasta desaparecer) el tumor.

Los cánceres en los que estos métodos pueden tener mayor éxito son los de la médula ósea o hematológicas, las leucemias y los linfomas, porque los neoantígenos expresados por estos cánceres son similares en cada persona lo que facilita su producción masiva y estándar.

Mientras que los neoantígenos de los cánceres de tumores sólidos varían más, por lo que es más difícil la producción de estas vacunas. Deben ser terapias extremadamente personalizadas.

El segundo método consiste en las vacunas con células dendríticas, que es el que ya está aprobado por el FDA (vacuna SpileucelT) para tratar el cáncer de próstata. Las células dendríticas se encuentran debajo de la piel y las mucosas, es decir, en la periferia del cuerpo y también circulan por la sangre.

Estas pueden entrenarse para que sean mediadoras entre los linfocitos o células T CD8 (las que destruyen el cáncer) y las células cancerígenas.

¿Y de qué manera se entrenan?

Se hace a través de métodos de producción personalizados. El médico Carlos Julio Montoya indica que el primer paso es extraerle sangre periférica al paciente, que es donde se encuentran estas células dendríticas. Luego, se deben separar y purificar las células dendríticas; se hace una biopsia del tumor, para tomar células malignas que se ponen en contacto con las otras: “Las células dendríticas se comen a las cancerígenas, cogen las proteínas tumorales específicas y las expresan en su superficie. Al momento en el que sucede esto último, quiere decir que ya han sido entrenadas para que en el cuerpo se identifiquen las células malignas”.

Luego, las células dendríticas, que ya portan proteínas malignas, se inyectan de nuevo al paciente, para que entrenen a las células T CD8 con esa información, y estas últimas destruyan el tumor.

Si se aprueban estos procedimientos personalizados demorarían alrededor de 1 a 2 meses mientras se hace en el laboratorio el proceso de extracción, incubación y entrenamiento dirigido de las células dendríticas.

Con estas terapias dirigidas se pueden crear vacunas para las personas que tienen marcadores funcionales particulares. Por ejemplo, un biológico específico para aquellos que son alérgicos a ciertos medicamentos: “Ese es el futuro de la medicina y llegará en menos de 20 años”, predice Montoya.

El futuro cercano

En la actualidad, procedimientos como la inmunoterapia de los inhibidores de checkpoint, la terapia de células CAR-T y la terapia con anticuerpos monoclonales citotóxicos son los tratamientos más comunes.

El primero de ellos consiste en el bloqueo de las moléculas inhibidoras que hacen parte del sistema inmune (CTLA4 y PD1), ya que cuando una persona tiene cáncer, el tumor aprovecha los inhibidores naturales para evadir la defensa del sistema inmune.

Esa es la razón por la que los científicos crearon unas moléculas artificiales llamadas “proteínas de fusión o anticuerpos monoclonales anti CTLA4 y anti PD1” para bloquear estas moléculas.

La segunda mencionada es la terapia CAR-T (que puede ver su explicación en la infografía) y es una de las más prometedoras a futuro.

Esta semana en una entrevista con el diario El País de España, Marison Soengas, presidenta de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer se refirió a esta terapia como “muy potente pero excesivamente costosa. Quizás innecesariamente costosa”. Pueden ser procedimientos que tardarían en llegar a países del tercer mundo.

Esa es una de las mayores preocupaciones, que al principio estas terapias solo se apliquen en pacientes que tengan el dinero o sean otorgadas por el sistema de salud de manera gratuita en cada país. Por ahora están en fase de experimentación.

La tercera terapia mencionada es la de anticuerpos monoclonales citotóxicos, que consiste en el diseño artificial de anticuerpos específicos que marquen células cancerígenas. Esta marcación permite que las células Natural Killer (asesinas naturales) destruyan el tumor. Existen varios anticuerpos monoclonales citotóxicos aprobados, para el tratamiento de algunas leucemias y linfomas.

Fuente: https://www.vanguardia.com

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